Casting: proceso de elección de actores o modelos para un cierto trabajo.
Hoy en día y gracias a la accesibilidad que nos otorga la tecnología, podemos hacer castings prácticamente para todo, desde el celular que vamos a comprar hasta la zona de la ciudad en donde queremos vivir, pero ¿alguna vez se han puesto a pensar cómo “castear” a una pareja? es decir, qué aspectos de su personalidad es importante observar para entonces tomar la determinación de si continuamos o no con esta primera etapa de la posible relación.
En este artículo les compartiré 3 puntos sobre los cuales es importante que presten particular atención, porque como dicen por ahí: “caras vemos personalidades no sabemos”.
Primero: observa si es alguien emocionalmente disponible
Seamos sinceros, cuántas veces nos hemos topado con personas (o incluso nosotros mismos hemos formado parte de este clan) que en las primeras citas no dejan de hablar de su ex y de lo mal que la o lo trataron, de como los lastimaron y de lo mal heridos que quedaron en su última relación. Es importante entender que los procesos de duelo llevan su tiempo y que para volver a ofrecer un espacio en el corazón hay que transitar por algunas etapas que nos permiten llorar para luego extraer significado para entonces poder decir que sanamos esas heridas. Si alguna vez te ha tocado escuchar este tipo de discurso es imprescindible entender algo: en este momento no hay espacio disponible para ti en la vida de esa persona, pero ojo, esto tiene que ver más con él o ella que contigo mismo. No pasemos por alto estos focos rojos que se presentan desde un inicio de la relación porque seguramente serán los motivos de conflicto en el futuro.
Segundo: analiza cómo resuelve sus conflictos
Al momento de intercambiar ideas y experiencias en los primeros encuentros podemos darnos una idea de la forma en la que la persona “casteada” resuelve los problemas cotidianos y no cotidianos de la vida. No es lo mismo alguien que “soluciona” un conflicto a golpes y con violencia a otro que lo hace desde el diálogo y el establecimiento de límites y reglas claras para la sana convivencia. Porque ponte a pensar: suponiendo que la relación se concretara y que al paso del tiempo surgiera un conflicto significativo entre ambos, ¿estarías cómodo o cómoda de que la otra persona lo arreglara a gritos y sombrerazos? Seguramente la respuesta es no.
Tercero: identifica cómo se vincula con los demás
Es importante observar las maneras en las que la persona que estamos conociendo se relaciona con las personas que conforman sus círculos cercanos, es decir, el tipo de vínculo que lleva con: sus padres, sus hermanos, sus amigos, sus jefes y/o sus compañeros de trabajo. Si prestan atención especial a su discurso podrán deducir si sus relaciones son estables, caóticas, duraderas, simbióticas, profundas o superficiales, y muchos se preguntarán para qué nos puede servir esta información, la respuesta es sencilla, al utilizar este “termómetro afectivo” podremos darnos cuenta de cuáles y cuántas son las herramientas emocionales que la persona “casteada” cuenta para vincularse de una manera funcional o disfuncional con quienes la o lo rodean y muchas veces eso determinará si es posible sostener una relación de pareja o simplemente actuará como con aquellos con los que no pudo profundizar su relación.
Salvo casos particulares, la mayoría de nosotros no pudimos elegir a nuestros abuelos, padres, hermanos, tíos, primos o sobrinos, etcétera. La pareja entonces es de las únicas personas sobre las cuales si tenemos esa capacidad de elección, es por eso que implica un grado importante y significativo de responsabilidad. Recordemos lo que dice Rubén González Vera: “tenemos la pareja para la que nos alcanzó”.
Y recuerda que pase lo que pase, elegirás primero tu estabilidad emocional
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