Durante esos días de incertidumbre, la tierra de Tancitaro parecía que estaba a punto de partirse en dos, en pleno embarazo tuve que correr a refugiarme en las barrancas, buscando un lugar seguro para que mi hijo naciera, y así sucedió, provocado por el susto de sentir durante varios meses temblores interminables, por debajo de la tierra parecía que piedras gigantes chocaban unas contra otras, por las mañanas de esos meses de febrero, cuando el cielo amanece despejado encontraba rescoldos de ceniza, como si el viento trajera noticias de pueblos vecinos.
Muchas mujeres de Tancitaro, las que estaban embarazadas perdieron a sus hijos antes de nacer, había dudas, miedos y temores, se decían tantas y tantas cosas, que era el fin del mundo, que Dios estaba enojado y nos estaban castigando, los ancianos y aquellos que salían del pueblo decían, que no tan lejos en la localidad de paricutin, cerca de San Juan Parangaricutiro, la tierra estaba calentándose y sacando humo, en angahuan y parte de la meseta decían que era el ser malo, el diablo y actualmente hay mujeres, que no se atreven ni siquiera a mencionar lo que paso, siguen culpando al maligno.
Ese mes de febrero de 1943, en nuestro Tancitaro hubo esta historia mujeres que asustadas y solas, corrían a esconderse para dar a luz en las barrancas, exaltadas y angustiadas, los que nacieron algunos con problemas del corazón, presión alta o baja, y al día de hoy lacrados con la falta de atención medica que no pudieron recibir, porque no había manera de salir de sus rancherías y de sus casas. Los centros de salud más cercanos estaban en Los Reyes y había que caminar varios kilómetros, así que las parteras eran las manos de ayuda para las mujeres embarazadas. Esta es la historia que nos platicó doña Amalia Mora hace ya algunos años, el día de hoy ella ya no se encuentra entre nosotros.
A la par en Febrero, en el pueblo de Tancitaro en las casonas se escribió otra historia, tal vez simple, pero digna de ser compartida, en la fuente principal de la casona del centro, en el portal más alto y espacioso, en un principio la fuente estaba diseñada como adorno, como espacio que dignifique los palacios, pero en la plena edad de la niñez, cuando la risa y el juego es lo que más importa a uno, fue que doña margarita jugaba dentro de la fuente, junto con su hermano Julio, y entre chapaleo del agua, y titiritar de frio, pues febrero sigue siendo un mes frio a pesar de que el sol calienta mucho más que Diciembre.
Fue cuando la tierra tembló y se escuchó un estruendo tan grande que sin darse cuenta Julio ya estaba fuera de la fuente tirado en suelo empapado de agua y con un dolor en la espalda por la sacudida, la misma fuerza del agua de la fuente lo hizo volar más de un metro, ese fue el momento de la erupción de volcán paricutin, que se sintió y sacudió la tierra de Tancitaro como antes no se tenía memoria. Cuentan que desde el centro del pueblo se veía la fumarola gris que permaneció por días y días, dando muestra de que allá a lo lejos a los kilómetros, en la distancia había nacido un volcán, que el mundo no se había terminado, que desaparecieron las comunidades de San juan y Paricutin una por completo y la otra dejo ver solo la torre de su templo. Y acá en Tancitaro así se vivieron esos momentos de la Historia, que nos da Más de Mil Razones para seguir Sintiendo. Los niños Margarita y Julio actualmente viven, y personalmente nos contaron esta historia.
Autor: Moramora