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LA GUERRA DEL AGUACATE EN TANCÍTARO

Hay diamantes ensangrentados y aguacates ensangrentados. Como los que se comen los estadounidenses por toneladas en lo que los mexicanos llaman ‘El Supertazón‘, una traducción literal de la Super Bowl, la copa del fútbol americano que agrupa a todo EE UU en fiestas organizadas en torno a un televisor y mucho guacamole. En Tancítaro, un pueblo de Michoacán «cien por cien rural», como lo define su flamante alcaldesa, Araceli Solórzano, a nadie se le pasa la fecha. Y no porque sus 30.000 habitantes sean forofos del deporte norteamericano, sino porque 4.000 de ellos son productores de aguacate y el resto depende indirectamente del negocio. En las semana previas a la Super Bowl sus ventas se disparan, aunque no les falta clientela el resto del año.

Desde que Estados Unidos levantó en 1997 el veto sanitario al aguacate mexicano y se empezaron a certificar los primeros envíos en 2005, la prosperidad llegó a Tancítaro como Mr. Marshall a la Europa de la posguerra. La llamaron la ‘fiebre del oro verde’. Resultó que el pueblo tenía la combinación perfecta de clima, agua y altitud para convertirse en la capital mundial del aguacate, así que sus habitantes se apresuraron a cambiar los cultivos de maíz y hoy produce el 25% de todos los aguacates Hass que se exportan al mundo.

Los gringos se ‘empicaron’ pronto al guacamole, pero ha sido en la última década cuando esta fruta verde, rica en buenas grasas, se ha convertido en sinónimo de alimento saludable. Reduce el colesterol, es rico en ácido fólico, tiene más potasio que los plátanos, procura fibra y es bueno para los ojos, entre otras bondades. Cada año su consumo aumenta en EE UU un 15%. Más del 70% de todos esos aguacates que consumen proceden de México, frente al 20% de California y el 7% de Perú, que intenta sumarse al negocio sin que el clima le dé para recolectarlos todo el año, como ocurre en el país azteca.

Extorsión y muertes

Con la bonanza también llegó el crimen organizado. No hay negocio de éxito en México al que no le echen la zarpa los narcos y ya hubiera sido raro que en el corazón de Michoacán se les pasara un filón como este. A ellos lo mismo les da exportar drogas que aguacates, la cuestión es llenarse los bolsillos.

Primero llegaron Los Zetas a llevarse directamente camiones enteros de aguacates a punta de AK-47. Eso le dio la idea a la ‘familia Michoacana’ de vender ‘protección’ a los agricultores, a los que cobraba cuotas por defenderles de los mismos narcos de los que se había desprendido la división de Michoacán. Y a medida que florecía el negocio, también la codicia. Un día de 2009 llegaron doce camionetas repletas de narcotraficantes armados que se repartieron por las fincas del pueblo y obligaron a los dueños de 16 de ellas a marcharse con lo puesto. Así, no más, a la mexicana.

Dicen que a esos les fue bien, porque los que se resistieron perdieron a varios miembros de sus familias y el superviviente fue obligado a firmarles la venta de la finca por un valor nominal que ni siquiera le abonaron. Para ese año de 2011 México facturaba ya mil millones de dólares en aguacatesque se consumían al otro lado de la frontera, tanto como las cervezas Corona. Las cadenas Burguer King y Subway incluyeron por primera vez el guacamole en sus menús. Según decía entonces el ‘Wall Street Journal’, cuatro de cada cinco aguacates que se consumían en el país procedían de este pueblo o del vecino Uruapan, produciendo Michoacán el 92% de todo el aguacate mexicano.

Una escisión de la ‘familia Michoacana’ repartió el negocio entre El Chango Méndez y los Caballeros Templarios, todo un nombre para una banda de criminales capaz de matar a un chico de 16 años al no poder pagar su padre el rescate. Cuando El Chango fue detenido y los Caballeros Templarios se erigieron como dueños y señores de todo Michoacán, los alcaldes de Tancítaro y sus concejales empezaron a dimitir en serie, amedrentados por las amenazas.

En una ocasión tuvo que entrar el Ejército mexicano a retomar el control del pueblo. Gustavo Sánchez Cervantes, un profesor de 27 años sin afiliación política, tomó entonces la batuta y se convirtió en alcalde interino, ajeno al miedo. Su cadáver apareció tirado en la calle siete meses después, junto al de uno de sus colaboradores.

Grupos de autodefensa

Debió de ser ahí cuando los productores se hartaron y empezaron a conspirar para arrebatar el poder al narco. Contrataron a mercenarios y durante un mes no se cortó fruta. Los narcos amenazaron a los empacadores con quemarles las instalaciones si compraban aguacates de la zona sublevada, pero, para cuando el miedo a las Autodefensas venció al que generaban los narcos, los productores comprobaron complacidos que no se había perdido ni un aguacate. La fruta quedaba intacta colgando de los árboles, arrullada por unas condiciones climáticas que parecían obra de magia.

No fue por ese arte invisible que volvió la paz a las montañas. Hubo que enfrentarse a los Autodefensas, que, crecidos en su poder, llegaron a tomar el Ayuntamiento. El alcalde, Arturo Olivera, que sobrevivió al intento de golpe de Estado, integró a esas fuerzas con la cara tapada y cuernos de chivo al hombro en lo que se ha llamado la Policía del Aguacate, financiada en un 40% por los productores locales y el resto, por las arcas públicas.

Desde que echaron a los narcos, van ya ocho ferias del aguacate en las que Tancítaro recibe 10.000 visitantes cada abril. Hoy no hay muertos en las calles ni desapariciones misteriosas. El aguacate ha pasado de los bares de Texas a los restaurantes con estrella Michelin de Nueva York y la simple amenaza de que Donald Trump cerrase la frontera disparó su precio, que en lo que va de año ha aumentado un 120%.

Como el apetito gringo es insaciable, la producción acaba en sus mesas y el desabastecimiento en el mercado nacional ha dado paso al ‘falso aguacate’ de calabacín en los tacos mexicanos de quienes no se pueden permitir los 70 dólares por kilo que costaba a principios de julio. De vuelta a la mesa de los dioses, el aguacate azteca sacrifica a sus hijos en las pirámides antes de rendir pleitesía a los vecinos del norte.

FUENTE: https://www.diariovasco.com/sociedad/guerra-aguacate-20190726002600-ntvo.html

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